Podríamos decir que los humanos trabajamos, estudiamos, nos esforzamos y socializamos no solo por la supervivencia o por la propagación de genes, como es con los animales. Nosotros hacemos todas estas actividades por una razón: ser felices.
El problema es cuando nuestro trabajo y esfuerzo no resultan positivos. Podríamos caer en el error de pensar “no seré feliz porque nada me sale bien”. Pensemos… ¿Qué pasaría si nada de lo que hiciéramos resultara exitoso? ¿Qué seria de nosotros si todas las amistades y relaciones que tuviéramos se acabaran? ¿Seguiríamos siendo felices?
Eso me pone a pensar… ¿Porque será que con mucha regularidad cambiamos nuestro estado de ánimo? ¿Cual es la razón por la que en momentos bonitos nos volvemos felices y en momentos feos nos ponemos tristes? ¿Será que realmente nuestra felicidad tiene que depender totalmente de nuestros éxitos o fracasos?
Consejos de personas llenas de sabiduría y la poca experiencia que he adquirido me han hecho llegar a una conclusión: la felicidad depende totalmente de la actitud. No puede depender de mi contexto económico, de los resultados en mi formación académica, de la cantidad de amigos que tengo, de la aceptación que tengo con otros, o de la situación con mi pareja o familia. Repito: la felicidad depende de la actitud. Yo decido si voy a tener una buena actitud en la adversidad, yo decido si voy a permanecer feliz a pesar de las circunstancias.
No hay que hacer las cosas para ser feliz, hay que ser feliz para hacer las cosas. Por supuesto que como humanos podremos sentir tristeza, desanimo o frustración en algunos momentos, pero la clave radica en no dejar que esos sentimientos reinen en nosotros y menos que nos hagan tomar decisiones. ¡Seamos positivos!
No busquemos la felicidad, nosotros ya la tenemos. Solo es cuestión de decidir usarla y no cambiarla por cualquier otro sentimiento. No debemos confundir y pensar que Dios nos hará felices. El nos quita la tristeza, desanimo o frustración, pero nosotros decidimos generar la felicidad. El nos puso una semilla de felicidad en el corazón y nosotros debemos hacerla crecer, cuidarla y velar que no muera.
¿Cual es la fórmula para la verdadera felicidad? No hay formula. La única manera es decidir tener una buena actitud.
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